
El campeonato del Mundo de Superbikes es la prueba que más acerca la moto de serie a la competición y es por eso que deben de usar estas motos de serie como base para realizar mejoras y poder darlo todo en pista
En el artículo de hoy hablaremos de las principales características de estos dos tipos de Superbikes que, aunque a priori son semejantes en aspecto sonido y motor, existen muchísimas diferencias. A primera vista notaremos que en las motos de competición son eliminadas todas las luces y de más instrumentaría para la circulación urbana. No sólo quitan las luces, si no que la instalación eléctrica también es reforzada y simplificada, aligerando el peso de la moto y haciéndola más fina y ganando en aerodinámica.

En cuanto a los neumáticos las motos de competición montan gomas tipo slick, a diferencia de los neumáticos convencionales de dibujos montados en las motos de serie. Donde también encontraremos una gran diferencia es en el depósito de combustible, pasando de unos 17 litros de capacidad a 22 litros en la de competición.
La electrónica da un paso en motos de serie
En cuanto a la electrónica, años atrás había una gran diferencia entre las motos de calle y las de WSBK, cosa que hoy en día ha cambiado debido a las grandes ayudas de conducción que traen ya estas superdeportivas de casa, como el control de tracción anti-wheelie y demás ayudas que antes sólo podíamos ver en competición a mandos de profesionales.
Son un poco más finas en las de competición que en las de casa aunque, repetimos, que son sistemas muy similares y que la principal diferencia es que estos sistemas, a la hora de comprarla de casa, son estándar mientras que en WSBK son personalizadas al estilo de conducción de cada piloto.

Hablando de consumo encontramos unos 6 litros cada 100 kilómetros en las de serie, frente a unos 20 litros que consumen las del Mundial de Superbikes. En el peso hay una gran diferencia, siendo en las derivadas de calle sobre unos 170 kilos frente a los 200 kilos que presentan las originales.
Estos 30 kilos de diferencia se ganan utilizando materiales como la fibra de carbono, eliminando mucha de la instrumentación necesaria para circulación y utilizando titanio en el el escape. Estos 30 kilos de diferencia serán muy beneficiarios para los cambios de dirección la agilidad y velocidad.
El motor, la pieza clave
Dentro del motor, la parte más importante dentro de la competición, en las de serie encontramos una potencia entre unos 200 y 210 caballos mientras que, en las derivadas, al tener que aumentar la potencia para hacer frente al resto de marcas, tendremos sobre unos 30 caballos más de potencia.
La durabilidad de los motores de competición como consecuencia del aumento de potencia y demás mejoras, oscilara entre los 1600 km o 1800 km, aproximadamente. En cuanto a la suspensión vemos una más reforzada, con hidráulicos más fuertes y muelles muchos más duros, ayudando así a las inercias.
Dentro de los frenos de las derivadas encontramos unos latiguillos más reforzados unas pinzas con un mayor caudal, y pastillas de alto rendimiento. La durabilidad suele oscilar en torno a los 140 km. En los discos encontraremos 330mm de serie frente a 336 mm que montan las de competición.

Otra principal característica la encontramos en su estética que simulan los faros delanteros con una pegatina como por ejemplo Kawasaki, dando un aspecto más “normal” y recordándonos que son motos que se pueden adquirir en concesionarios a excepción de las motogp.
En cuestión de precios, pues ya os podréis imaginar que la moto del mundial barata no va a ser, costando sobre unos 130.000 euros aproximadamente frente a unos 20.000 euros de media que suele costar cualquier tipo r de concesionario. Aunque viendo la poca durabilidad del motor de las superbikes de competición lo caro no creemos que sea comprar una de fábrica y mejorarla, lo caro será el mantenimiento de dicha motocicleta.
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